De manera histórica y concreta, la palabra mordiente del latín mordere hace su aparición relacionada con el mundo de los tintes naturales en el siglo XVIII.
Dos químicos de la época: G.Morgan y H.Drew ponen en evidencia la solidez de la unión entre los pigmentos de color, contenidos en vegetales y animales, y las fibras naturales gracias al uso de diversas sales metálica.
Recalco con especial atención esta definición y el significado de la palabra mordiente porque existen una infinidad de maneras de preparar las fibras para el proceso de teñido, muchas de ellas bien anteriores al siglo XVIII y al uso de sales metálicas añadidas.
Algunas de estas sales nombradas en tratados de teñido e impresión textil del siglo XVIII no pueden ser usadas en la actualidad. Estudios posteriores sobre su toxicidad y su impacto medioambiental las han dejado definitivamente fuera de juego.
Otras, en cambio, han sobrevivido al paso del tiempo y entre ellas encontraremos el alumbre, el tartrato y el sulfato de hierro. Tres sales compuestas de metales que se encuentran en abundancia y naturalmente sobre la superficie terrestre y que de diversas maneras (lodos, cristales, arcillas, etc.) han integrado "recetas" de tintes sin respaldo científico.
El aluminio fue aislado en 1827 por el químico alemán Friedrish Wöhler.
Entenderán, a partir de este breve resumen histórico que la inmensidad de posibilidades que se extiende delante del artista tintóreo son ilimitadas. Que podamos empezar donde nos plazca y explorar en cualquier dirección.
Pero que si elegimos aprender algo que dará un resultado "seguro" tendremos que utilizar para todas las fibras el mordentado "base" que consiste en disolver alumbre y tartrato.