Practicar el arte del teñido natural en la actualidad es una tarea complicada.
Hay que volver a los orígenes para comprender las interacciones entre fibra natural y color natural, a las recetas que garantizaban un teñido de calidad y colores sólidos.
Es algo que salta a la vista en las piezas de arte, tapices, vestimentas y muchos otros objetos del pasado que llenan Museos en todo el mundo
Hoy en día, para teñir o tintar con colores naturales la multitud de soportes textiles que se encuentran en el mercado, es necesario hacer pruebas. Esto se debe a que muchas de las fibras consideradas como naturales son tratadas con diversos tratamientos químicos, tratamientos industrializados, antes de que lleguen a nuestras manos para ser trabajadas.
La historia nos cuenta mucho sobre el origen de los tintes, los colores y las fibras y es sin duda una de las cosas que más me apasionan.
En la The cyclopædia; or, Universal dictionary of arts, sciences, and literature. (Rees, Abraham, 1743-1825, Londres, Reino Unido), la palabra “dye” hace referencia a una pieza arquitectural de la época, sin referirse a la definición actual: substancia natural o sintética que se utiliza para dar o modificar el color de algo. (Real Academia Española[RAE], 2016)
La palabra que le sigue alfabéticamente, es “dyeing”, en cuyo apartado se encuentra la historia, organizada cronológicamente, del arte de teñir.
Buscando en la literatura de los siglos XVIII y XIX, se encuentran ingredientes y recetas exactas que han sido los pilares de la industria de la moda.
A día de hoy el creciente interés por lo sostenible y lo ecológico, ha impulsado que se llevan a cabo muchas investigaciones científicas que han tomado como punto de partida las recetas antiguas, basándose en las piezas históricas que se encuentran en los museos. Estas recetas son tan antiguas que, tanto las medidas como la terminología, están desfasadas.
En el pasado, se teñía exclusivamente la vestimenta de las personas desempeñan roles muy importantes en la sociedad, como por ejemplo la Iglesia. La indumentaria, los motivos que la decoraban y los colores revelaban quiénes era, a qué familia pertenecían y qué poder representaban los que la llevaban.
Así ha ocurrido en todas las civilizaciones que han poblado el mundo desde la prehistoria.
Desde que en 1856, se sintetiza químicamente la mauveina; la producción y el consumo masivo descontrolado de la ropa prét-à-porter ha contaminado nuestro planeta hasta llegar a un punto irreversible. Hoy, el color natural pretende ser la solución a tal desastre.
Las fibras que produjeron la industria textil han seguido un camino paralelo. Pasamos en unos doscientos años de la lana, la seda, el algodón y el lino artesanales al nylon, polyester y demás fibras de plástico con el solo fin de producir cada día más y con precios más bajos.
Todo lo que ha avanzado la industria textil no debe de ser condenado. Sin esos avances, no existirían materiales que protegen las vidas de los bomberos, de los buzos, de los policías o de los astronautas por sus características técnicas.
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